Te deseaba tanto tanto, que dibujé tu cara en mi mente antes de tu existir. Antes probablemente de que papi y mami ni siquiera te tuvieran en sus planes. “Que sea una niña por favor, morena y con los ojos verdes”.
Pasaba los días pidiéndole a mami una hermanita desde que tuve uso de razón. Me imaginaba que dormíamos juntas en una habitación pequeñita, en una litera, y que nos pasabamos las noches hablando.
El futuro nunca es como lo imaginamos, pero tú sí que naciste morena y de ojos verdes y cuando te ví por primera vez pensé que Dios me había escuchado.
Eres mi hermanita, mi hermana pequeña, y de la bicicleta de mi vida eres mi plato pequeño y mi piñón pequeño, porque pedaleando a tu lado consigo subir las cuestas más difíciles.
Un día, hace poco, que me viste llorar, me dijiste que sentías que tú no tenías sensibilidad. Yo creo que lo que tienes de genio lo tienes de corazón, de hecho creo que es verdad que no tienes sensibilidad, ERES la sensibilidad, eres la EMPATÍA. Eres el amor que da, que cuida, que acompaña, que comprende y que multiplica. Te quiero Raquel.